
Con los cinco sentidos en la quinta dimensión es como he vivido en el restaurante Chloélys las jornadas de “Andalucía Tapas”. Un equipo envidiable patroneado por gente admirable.
Víctor Gloger alma y figura del espacio Chloélys lo sobrevuela todo con majestuosidad y generosidad, controlando hasta los más pequeños detalles.
Andalucía por todo lo alto. Ni los misiles enviados por Hamás, ni las bombas en los autobuses. (Que por cierto estalló a pocos metros de nuestro restaurante) desanimó a los clientes que semanas antes habían reservado mesa para disfrutar del festival gastronómico “Andalucía Tapas”.
Los días previos al acontecimiento fueron de gran ajetreo para todos. Nueva disposición de la sala, elegir los emplates, seleccionar las bebidas, hacer las pruebas del pan “cateto” y entrenar a los cocineros para las nuevas recetas. Todo ello con alguna que otra interrupción para bajar al refugio cuando sonaban las alarmas que anunciaban la llegada de misiles. Si no fuera algo tan serio y permitiéndome una licencia humorística, yo diría que todo el mundo se lo pasó “bomba”.
El resultado fue brillante. Sonaba la música andaluza que nos llenaba el oído y el alma dando un ambiente a feria y romería. Juanito Valderrama, Antonio Molina y Suspiros de España acompañaban los aromas de las tortillitas de gambas, el salmorejo, los "huevos casi fritos" (en la foto) o las aceitunas de Álora. Hasta hubo jamón Ibérico, que un camarero en su entusiasmo solicitó a la cocina como: ¡Una de jamón Hebraico!

El contacto en la sala con la gente, apretones de manos, abrazos, aplausos y felicitaciones, hicieron que todo el mundo se sintiera feliz por unas horas, olvidando los graves acontecimientos que estábamos viviendo en esos días. Supimos distraer su atención con lo que más nos gusta hacer: cocinar y compartirlo.

El sabor a Andalucía acertaba en el paladar de clientes y amigos, lo veíamos en sus caras y en sus gestos, como cuando sorprendimos entre todos al reconocido chef Gaetano Trovato, propietario de Arnolfo Ristorante (2 estrellas Michelin), saboreando con curiosidad las berenjenas crujientes con miel de caña.
No pudo ir mejor, se batieron record de asistencia para satisfacción de Dudi, Víctor y el resto del equipo del Chloélys. Días inolvidables que habrá que repetir.
Cuando uno vuela de noche ya de regreso a casa, los aviones son un refugio acogedor y a veces un magnífico lugar para la reflexión, quizá sea porque parece uno estar entre sueños en la quinta dimensión.
Seguro que todo fue un sueño inolvidable o simplemente...
“El deseo de que sucedan las cosas”
Con todo mi afecto a la familia Chloélys.
Copyright 2012 © Samuel Perea